Calles empedradas, sombras de árboles, ventanas y puertas cerradas, casas que un día tuvieron mucha vida, que escondían secretos, vivencias, recuerdos y que hoy se han difuminado. Nadie ríe, ni sueña ya dentro de ellas. Solo hay silencio, todo un poblado vacío. A lo lejos se escuchan los pájaros donde antes jugaban niños, ya nadie reza en su ermita, ni se sientan en su plaza a conversar.
Este es el espacio que ha escogido una joven pareja para jurarse amor eterno. Los dos solos, viviendo juntos cada instante… a veces no hace falta nada más.
Los dos viviendo juntos cada instante, disfrutando sus miradas, esas miradas que hoy serán únicas, con los únicos sonidos de sus latidos y el de su respiración. Celebrando su amor, sus sentimientos puros y sinceros, sin necesidad de demostrar ante nadie que su amor es real. Los dos solos jurándose amor eterno entre las paredes de una pequeña ermita que un día quedo en el olvido.
Esta es una sesión sencilla, sin aditivos pero con mucho mucho amor. Bohemia, donde los colores se mimetizan con el entorno, como si todo estuviera allí para ellos: verdes, blancos, naranjas y rojos. Rodeados de velas y pequeños toques de vegetación. No necesitan nada más, nada de grandes decorados, sus miradas, caricias y sonrisas cómplices lo invaden todo. Un pueblo olvidado donde unirse para siempre.
Créditos:
– Fotografía: Juan Ortega
– Video: Media Pinza
– Decoración floral: Decorum Design
– Maquillaje: Cristina Crespo
– Peluquería: Perpels
– Taller creativo: El Hijo del Carpintero
– Papelería: Venaya Moments
– Vestido de novia: Mimetikbcn
– Organización, diseño y decoración: Aquí empieza todo
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bonito trabajo